Existe un curioso modo de vivir, una manera distinta de mirar la vida, tras un cristal mientras las estaciones caen una a una, dejando que el tiempo se amontone y se cruce en nuestras vidas. Y al notar que se acercan a nosotros evitarlas, con un quiebro al tiempo y a la vida sin dejar que nada nos alcance. La subida de precio del petróleo, la subida o la bajada de la inflación en el primer tercio del nuevo curso..., ls síntomas de ula buena salud que gozan nuestras vidas y las continuas muestras de nuestro alto grado de confortabilidad nos observan, nos persiguen, diría yo, nos atrapan y reducen si no tenemos un cristal desde el que poder observar sin ser vistos, sin que nada nos toque.
Rompe el cristal de un solo golpe, en el centro, con el puño cerrado, zanja de golpe las dudas y haz que los añicos salten por toda la ciudad. Los cristales rotos no son sólo cosa de vándalos, asesinos y delincuentes... alma partida como un cristal, desorden descomunal en todos los lugares. En mi casa no hay ventanas.
Ignacio Escuín Borao
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