La ternura es un lujo, algo tan superficial como el agua caliente por la mañana o una sonrisa de despedida. La ternura era para los soñadores o para aquellos que tenían tiempo, fuerzas y sentimientos en abundancia.
Sabía por experiencia propia que la gente se vuelve prisionera de sus fortalezas, de su soledad, y que ya no se libran de ellas hasta el final de sus días, pero esperaba que él aprendiera lo que ella había comprendido con los años: que hay heridas que el tiempo no logra curar, pero sí reducir de tal modo que pueda vivirse con ellas.
El arte de escuchar los latidos del corazón
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