El placer de leer es doble cuando se vive con otra persona con la que compartir los libros.
Aún recuerdo aquel día de tercero en el que teniamos que poner cuál era nuestro libro preferido, y yo lo dejé en blanco porque no había leído ninguno. Ahora se ha convertido en un refugio, me ayuda a viajar, a pensar, a sentir...
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