Detrás de esa corta y oscura melena se esconde una de las mejores personas que haya conocido el mundo. Es incluso más transparente que yo, porque no ha hecho nada para ser conocida y es como si hubiese estado aquí siempre. Todos tenemos un defecto, el suyo quizá sea el “ínfimo” amor a la vida, a su vida. Parece que ésta se le escape en cada suspiro.
Sus ojos, de un azul intenso, apagados, pero conservan vestigios de la que fue una mujer hermosa, y esta hermosura sería recuperada si éstos brillasen de nuevo. A sus días le faltan horas, como a muchos, pero le faltan horas para ella, para mirarse y decir, yo con esto puedo. Sé que su vida no es fácil y que le han jugado malas pasadas, no es necesario que lo diga, su rostro lo evidencia, su expresión dubitativa cuando desconecta o cuando se sorprende porque ha dejado de prestar atención a lo que le rodea.
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