Aspirinas. Penicilina. Dalsy. Como lo quieras llamar. Mi medicina universal, esa que me quita el resfriado de sonrisas, el sida instalado en el presente o la gripe de corazón. Esa medicina sin receta, sin prospecto, sin envase, sin medida. Sobre todo eso, sin medida. Sin un cupo de ''te quieros'', sin un límite de besos, sin un tope de risas. Que cura sola, y que cura todo. Con un simple: "Buenos días", con una verdad en los ojos o con besos sin fecha de caducidad. Sin dependencia del tiempo, sin depender de los números del móvil. Está en un mensaje, en una tarde estúpida, pero tan estúpida y tan absurda, que se convierte en inolvidable. Porque esto, como quieras llamarlo, es tan estúpido y absurdo, que parece perfecto.
*Pd: No es mío, lo encontré por ahí...
No hay comentarios:
Publicar un comentario