Una parte de mi locura

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Que tú estás aquí, que existe la vida, que prosigue el poderoso drama y que tú puedes contribuir con un verso ¿Cuál será el tuyo?

domingo, 28 de noviembre de 2010

Entre la realidad y la ficción.


No sé muy bien como empezar pero ahora mismo sólo tengo un ordenador sin conexión asique, tengo que aprovechar este rato para escribir algo porque al llegar a casa tendré que invertir el tiempo en otros quehaceres, creo que esa palabra ya no se utiliza, probablemente mis textos se caractericen por el uso de arcaísmos, no? Je je. Ayer, ayudando a una persona la cual no conozco demasiado, pero lo suficiente como para compartir mi tiempo con ella me dijo que le encantaba mi manera de escribir, asique, le dedico estas líneas: Te animo a que tú también sigas escribiendo y no tengas pudor a mostrarlo, siéntete orgullosa, porque para mi, eso es un acto muy valiente; cualquiera no escribe sus pensamientos, ni sus consejos, ni siquiera su manera de ver el mundo, para eso, es necesario desarrollar una sensibilidad a la que pocos damos importancia, pero que es la que nos hace diferentes.

Personas como ella son las que me animan a seguir escribiendo, personas que saben valorar el entusiasmo y las ganas de los demás. Lo cierto es que a mi lado hay más de una persona así y es algo por lo que me siento verdaderamente afortunada.

No encuentro nada interesante con lo que amenizar mi entrada de hoy y lo cierto es que el lugar donde estoy inmersa no podría ser más idóneo, naturaleza, temperatura media, música... creo que yo voy siempre al revés porque justo cuando tengo cosas que hacer me apetece ponerme a escribir o es cuando realmente lo necesito.

Ella cerraba los ojos, sí, justo así, iba a viajar lejos, muy lejos de aquí, despertó en otra ciudad, sabía que estaba sola pero que los suyos estaban a su lado, muy cerquita suyo. Una vez allí comienza a andar como si la palma de su mano se tratase, dobla las esquinas, y anda... todo es nuevo pero su paso es firme, pasa desapercibida, incluso hace sentirse extranjeros a los verdaderos ciudadanos de aquel lugar; y entonces, en el último rincón de aquella ciudad, lo encuentra, ahí, esperando... No lo había visto nunca, pero sabía que era él. Eran dos extraños, el destino los había llevado hasta allí, sólo fue necesario un primer intercambio de miradas para saber que pasarían el resto de su vida juntos. Él parecía cansado, llevaba mucho tiempo esperando, ella se sentía llena de vida. Ambos sonrieron, en aquellas sonrisas podía leerse alivio y a la vez felicidad, se miraron a los ojos, y no lo dudaron, llegó el beso, apenas duró unos segundos, pero fue algo maravilloso; prefirieron pasar el resto del tiempo sentados en aquel extraño lugar esperando a que el sol adornara de nuevo su cielo...


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